Por: Andrés Porto
Una mañana me levante pensando en todas las melodías de nuestros juglares del vallenato en donde relataban la belleza de Valledupar, la hermosura del río Guatapurí, la tranquilidad y la limpieza de sus calles, el aire puro que se respiraba, la hermosa vegetación que brotaba en cada esquina y la gran riqueza de nuestro municipio, algo que hacía reconocer al valle del cacique upar. Hoy por hoy nuestro municipio está sumido en tantas problemáticas, que esa belleza que relataban nuestros juglares ha desaparecido, la seguridad de nuestro municipio se ha convertido en una ola de inseguridad y violencia que resulta imposible salir a las calles, a comer un helado, a disfrutar con los amigos y familiares en las terrazas, parques, y nuestro hermoso rio. Es tanto la inseguridad que al escuchar una motocicleta a tu lado te abruma un sentimiento de temor y por tu mente simplemente pasa lo peor.
Nuestro cuerpo de policías ante esta g ran ola de delincuencia su labor se ha visto apagada. Nuestro medio ambiente grita auxilio debido a la gran contaminación que se ha venido presentando en el municipio, calles inundadas de basura, escombros, entre otros residuos contaminantes, los organismos de control ambiental no han actuado de manera eficiente y la ciudadanía no ha colaborado con esta gran problemática. La tasa de desempleo está desbordada, tanto es así que el valduparense se ha visto forzado a buscar la informalidad e ilegalidad. Son muchos los profesionales que siguen sin encontrar posibilidades de empleo digno, la administración municipal no garantiza una fuente de empleo para cubrir las necesidades de la comunidad y para someter a la ciudadanía en la mentira a unos pocos les brindan contratos por prestación de servicios, donde claramente es más lo que tienen que pagar en seguridad social, e impuestos que los que le queda para su diario vivir. Son pocos los emprendedores que por su esfuerzo y sacrificio han salido adelante en esta crisis, y han aportado un granito de arena fomentando el empleo.
Son pocos los empleados que están trabajando por medio de concurso de carrera administrativa, y son muy escasos los jóvenes que prosperan laboralmente. Nuestros deportistas y representantes del arte, cultura y folclor se han visto en la necesidad de pedir dinero en las calles o vender productos en las esquinas para cumplir sus sueños y una vez se cumplan la administración municipal se llena de orgullo.
Hoy por hoy el fin de la política de servirle a las necesidades de su pueblo es inexistente, nuestros administradores solo sirven para su propio fin, lucrarse unos pocos, celebrar contratos, empréstitos y acuerdos para desmejorar la calidad de vida del valduparense, no tienen en cuenta las necesidades de las comunidades. Valledupar la capital del Cesar no cuenta con un sistema de transporte óptimo y sus administradores solo dan plazos y plazos para justificar una llegada de flotas de buses modernos que lo más seguro es que este año no se vean. No hay agentes de tránsito suficientes para cumplir con las exigencias que necesita Valledupar lo que ha generado un gran crecimiento en la tasa de accidentalidad, no hay las suficientes señales de tránsito, algunos semáforos no funcionan, Valledupar por sectores vive a oscuras debido a la falta de alumbrado público. Los sobrecostos de la entidad prestadora de servicios energéticos han llegado aun punto que el valduparense no puede más, el valduparense sin empleo en muchos casos sufriendo de hambruna y le exigen pagar recibos inalcanzables, cada fin de semana algún sector o comuna tiene que sufrir un apagón de más de 8 horas justificado con la realización de mejoras.
A Valledupar le queda un grito de esperanza con el despertar de la juventud, con la lucha diaria que han tenido algunos líderes, ediles, abogados, médicos, algunos políticos, medios de comunicación y gran parte de la ciudadanía. Valledupar necesita ser gobernado por personas idóneas de la mano de la juventud en aras de un cambio. Ese es el grito de esperanza “y soy el Guatapurí en un grito de dolor disfrazado de canción pa que me escuchen aquí”.