Valledupar, ciudad de nadie

Por. Eduardo Santos Ortega Vergara.

Aquel pueblo apacible, de calles cortas y pocas avenidas, de un centro tranquilo en donde andar por sus calles era todo un paseo. ‘El Ley’ era el centro comercial aventajado de aquella época. Allí ibas a comprar y a disfrutar el aire. Una de las pilatunas más grandes era volarte del colegio e irte a comer algo en el almacén más grande del Valle.

se era Valledupar, el de pocos barrios y unas cuantas calles pavimentadas y dos avenidas que cruzaban la ciudad de norte a sur.

Cinco esquinas con la calle del cesar eran el epicentro comercial, los taxis más vistosos era el Jeep Willys de carpa, que tenían su estación en la séptima sobre el andén del almacén el Caballito y sobre la octava a la altura de Luis XV el almacén de Napo.

Por esa zona quedaban las empresas de transporte público intermunicipal: “Copetrán, Brasilia, Cootracegua, Cosita Linda, La Costeña”. Daba gusto caminar por Valledupar, no había temor, ni angustia de un atraco, todo el mundo se conocía, era una delicia. Pasar un domingo en el río Guatapurí, era de verdad una exquisitez, paseo y sancocho, un día de felicidad.

Hoy, después de haberse crecido, esta ciudad pareciera no tener doliente, parece ser una ciudad de nadie. Salir de casa y caminar sus calles es una verdadera aventura, un peligro inminente, andar con celular en la mano, las calles llenas de huecos, Cinco esquinas es intransitable, la calle del Cesar se volvió un lugar de estrés y de angustia.

Los espacios públicos fueron invadidos por vendedores ambulantes, que digo ambulantes, vendedores estacionarios que imposibilitan el flujo peatonal. Las estaciones de las taxis que fueron usurpados por moto taxistas. Y estos señores quieren montar a punta de pito a los transeúntes ¿Ajá y qué… moto? Las carretillas vendiendo de todo, dificultando la movilidad y el estruendo de los megáfonos que no apagan por nada del mundo haciendo mella en la salud auditiva.

Ponga en la lista, además de todo eso, el miedo imperante, la angustia y el terror a las motos en calles solitarias, la bandada de motos que atracan ahora en gavilla y la policía ni en pintura. Las  películas del oeste, en donde imperaba la ley del más fuerte, son un modelo en Valledupar. Cuando menos lo piensas estás en medio de una balacera, si te atracan y estás desarmado eres presa fácil. #valleduparwest

De hecho, hace poco vivimos la desagradable experiencia del tipo con pistola en mano y apuntando a la cabeza de mi hija, le robó bolsos y celulares estando del otro lado de la reja; el tipo pasó, iba de pasajero en la moto, las vio que iban entrando, ella y una amiga, se bajó en la esquina y se vino bordeando la acera hasta que llegó a ellas, las intimidó y les robó.

Valledupar es una ciudad de nadie, aquí llega todo el mundo a hacer lo que le da la gana, no hay dolientes, no tenemos líderes que funcionen por la ciudad, si tenemos alcalde no parece interesarse por solventar los problemas que padecemos. Es una ciudad sin norte.

Pronto tendremos a los redentores políticos, candidatos a la alcaldía y al concejo que sí, de verdad, van a salvar al Valle. Vendrán otros Mellos, otros Tutos, más Fredys, más Ernestos, médicos, cantantes, abogados; en fin, de todo, como en la botica. Vendrán como panacea y nosotros, pendejo pueblo, a confiar de nuevo, y a escoger de lo mismo. Para estar como estamos ahora con el Mello, deseando que pase este año rápido y salir de él.

Y mientras tanto Valledupar, cada día más jodida. Qué tristeza, ¿será que nos esperan cuatro años más de sometimiento y corrupción?  Jumm…  Solo Eso.