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martes, abril 23, 2024

La identidad de lo olvidado

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Por: Juan Fernando Jiménez Correa

En el departamento del Cesar, donde las notas musicales de un acordeón son el himno de un sentir autóctono de su gente, las manifestaciones distintas a esta son desplazadas de forma que poco a poco van desapareciendo del foco de atención del Estado y por ende de su forma de subsistir en el tiempo. Quizá nos preguntemos ¿Además del Vallenato que hay?, pregunta que suele ser complicada de responder por el contexto del genero y por su expansiva proliferación en todo el país, pero en el Cesar, es curioso saber por qué el vallenato es lo que es. Las condiciones políticas, culturales y económicas que se alinearon para que este género musical sea el abanderado del país y tal vez de la región sudamericana, pero ¿Por qué otras manifestaciones no lo han logrado? Un ejemplo claro dentro del departamento es la Tambora, ritmo autóctono de las regiones anfibias y que han transcendido en el genero Vallenato, tanto que han sido clave para tener un acople casi perfecto entre pueblos e historias.

La línea temporal de las manifestaciones musicales de identidad del Cesar, se ve trazada por un antecesor africano, que da paso a la percusión que es elemental dentro de cualquier tipo de música, folclórica o no. La tambora, un baile cantao’, que da paso a las historias de la comunidad, del entorno, de la naturaleza, es la inspiración más pura para el vallenato tradicional y de antaño. Poblaciones como El Paso, Chimichagua, Tamalameque, Gamarra, Pelaya, La gloria y La Jagua de Ibirico, tienen incidencia en estos ritmos tradicionales, inclusive mucho antes que el vallenato.

Dentro de los municipios que han aportado más a esta conexión casi que natural, está Tamalameque, El Paso y Chimichagua, estos dos últimos siendo el camino recto a la entrada del epicentro del vallenato, paso lógico donde ingresarían y comenzarían un corredor de intercambio entre los pueblos mas cercanos al rio Cesar y Magdalena, con vocación de cumbias, tradiciones expresadas en su magnificencia de la Tambora. Esto abrió camino para que grandes iconos de los inicios de la música vallenata se conectaran con grandiosos talentos anónimos de estos pueblos. El mejor ejemplo es Alejandro Duran de El Paso, Cesar, y Heriberto Pretel, de Chimichagua, los cuales, en sus correrías se encontrarían y terminarían cantando obras musicales originarias de una tambora y un currulao, siendo inspiración directa de estas poblaciones, que hoy en día ese legado poco nada se nota.

El éxito de todo este intercambio entre la Tambora de esta región y la llegada del vallenato fue lo que catapulto a muchos de los artistas de la música del acordeón, composiciones como “Mi compadre se cayó, La Perra y La Candela viva”, que fueron grabas y hoy son referentes de ese vallenato viejo. Son indiscutiblemente originarias de la población tamborera y no se ha dado ese paso de visibilizar este ritmo madre, que hoy por hoy se sostiene de la región de la depresión momposina, de la cual, el departamento de Cesar, hace parte.

La decadencia y la inequidad, ha sido del denominador común para que en estos momentos esté en un estado crítico esta manifestación. En este orden de ideas, planteo una pregunta ¿dónde estuviera el Vallenato sin la Tambora? Cuestionamiento que podría meter el dedo en la llaga, por la actualidad y la popularidad del género, que, si bien aprovechó de un excepcional escenario de muchas zonas del país, como la Guajira, las sabanas de Córdoba y dentro del mismo departamento del Cesar, estas regiones anfibias donde se ponía la tambora como el epicentro social, cultural y de forma de vivir. Así este caso fortuito del Vallenato, construyó hoy una de las identidades más sólida en toda Colombia, convirtiéndose en lo más representativo y autóctono, pero, si se profundiza, hay territorios que se necesitan visibilizar para dar a conocer la madre de estos ritmos y el origen pueblerino ancestral de una identidad, que si bien es disfrazada por la actualidad, por su convicción y estatus político del género, su estructura es una unión de piezas que se debería estar en el lugar que se merecen.

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