Por: Juan Fernando Jiménez Correa
La inmensidad del Cesar, como lugar de rito ambiental, es imponente desde sus sabanas hasta los picos de su serranía, en donde confabulan ríos, lagos y ciénegas para dar origen a unos de los sitios más predilectos de Colombia que hoy por hoy están en el completo abandono.
Dentro de la posibilidad turística que posee el departamento del Cesar, destaca la Ciénega de Zapatosa, la cual esta acobijada por distintos pueblos. Un mundo inhóspito y casi inaudito donde reposa una gran diversidad de vida, que da pie a un entorno ambiental virgen. Estas características sitúan a los municipios que están a sus alrededores vigías del complejo. Chimichagua es privilegiado por tener un acceso casi paradisiaco y por contar con estructuras que posibilitan una mejor experiencia con la naturaleza.
Todo esto casi desaprovechado y que no se le ha dado el manejo, ni ambiental y ni social a lo que confiere el Complejo de la Zapatosa, turísticamente se ha hablado durante décadas sobre su aprovechamiento para darle el uso adecuado, para la preservación de estos contextos naturales. Desgraciadamente se “le han invertido miles de millones de pesos” para una conservación y apuesta turística para la reactivación y distinción de esta zona del país, que no se refleja en lo absoluto, siendo rica en paisajes, fauna y flora.
Visionar al Cesar, como una puesta turística en sus municipios más alejados como la tierra de los ancestros Chimilas y Pocabuy que es Chimichagua, es tener claro un precedente de inclusión para estas poblaciones casi olvidadas, cuando de turismo se habla. Solamente en la capital del Cesar, se han hecho cuantiosas inversiones para el turismo, lo cual no ha dado fruto, porque ni siquiera se tiene una guía correcta de turismo que trace una ruta clara, esto denota la poca o nula voluntad de los gobernantes de paso para con su gente, donde la codicia del poder los carcome, las mismas familias comándanos hacia la destrucción de nuestra fauna por medio del carbón de nuestras tierras, donde lo fértil lo vuelven infértil.
Otro municipio que está en la ribera del rio Magdalena como lo es Tamalameque, con condiciones casi perfectas para desarrollar y potencializar una ruta por el rio grande de la magdalena, donde no solo se visibilice al afluente, sino la cultura de la gente que vive de él, personas que ha sufrido la violencia por estar inmersos en medio del poder de las balas de una guerra sin sentido. Esta región ha sido tan solidaria con sus expresiones folclóricas que se perpetúan en la tradición y que narran la historia por medio de cantos típicos y leyendas mitológicas. Las comunidades afrodescendientes e indígenas de la región, pienso yo, que deberíamos ser las abanderadas de estas iniciativas, y que se nos tenga en cuenta a la hora de iniciar este cambio, ya que somos la voz viva de nuestros territorios que exige a gritos ser tenido en cuenta para poder desplegar nuestro potencial biodiverso que esta agreste, pero sin embargo resiliente.
Hoy por hoy la inercia, las transformaciones digitales y los avances en las comunicaciones en la internet, es lo que tienen visibles estos municipios, que por su misma gente se han mantenido. Quizá en un futuro se tengan en cuenta mejoras en los modelos estatales para el aprovechamiento del potencial biodiverso de esta parte del país, que si se pensaría desde un modelo económico y ambiental, podría producir más de lo que tienen, por las obvias causas de un turismo sostenible en toda esta región. El beneficio para la región caribe, será de un impacto sumamente positivo, en donde se encontrarían las rutas turísticas más deseables del país y que el enriquecimiento cultural sería una recompensa para estas poblaciones que visionan un futuro más prospero que el que ellos están viviendo.
El paisaje divino que nos dibuja el Cesar, puede ser entrevisto de una forma mejor, una que sea actuante para propios y visitantes, en donde la puesta de estos pueblos cesarences sean parte del patrimonio de Colombia, porque se lo merecen y por que sus horizontes son testigos de lo grandioso que es la naturaleza, soñar con que el departamento sea pionero de un enfoque conservador, salvaguarda del ambiente y que este sea referente para otras regiones ,sin duda alguna, nada que envidarle a ningún país de ningún continente, porque aquí tenemos la mejor vitrina del mundo, El Cesar una potencia mundial de la naturaleza, de los ríos y de la vida.