Por: Eduardo L. Gullozo
Dicen los viejos que «la necesidad tiene cara de perro», y para los que no entienden ese refrán, básicamente se refieren a la actitud de la persona que está en condiciones de supervivencia que soporta todo tipo de situaciones indignas solo por pura necesidad. Ahora bien, ¿qué condiciones tienen que darse para que un individuo llegue hasta ese punto?… Les explicaré un poco sobre la plusvalía, alienación y enajenación como las principales causantes del despecho laboral de un colombiano del común, del que se ve obligado a casarse con un sueldo mínimo:
Entre el siglo XVIII hubo un pensador llamado Karl Marx que, junto a Friedrich Engels (otro pensador) dieron origen al socialismo científico, el comunismo moderno, el marxismo y el materialismo histórico, ideas que bien sabemos han sido consideradas como herejías dentro de la clase dominante en Colombia y el capitalismo en toda su extensión. En uno de sus libros llamado «El capital» Marx introduce el significado de la plusvalía con un toque un tanto humanista.
La plusvalía es, Según Javier Montes de Oca, escritor del portal economipedia.com:
…el excedente monetario originado por el trabajo humano presente en cualquier acción productiva. Y es básicamente, el valor no pagado del trabajo del obrero que crea un plusproducto del cual se hace propietario el empresario. Originando así la esencia de la explotación o acumulación capitalista.
En ese sentido, con el toque Marxista, se entiende que la plusvalía es la situación en donde el obrero, a pesar de que se esfuerza mucho en su trabajo, no recibe un salario proporcionado a la cantidad de trabajo, esfuerzo o producción que realiza. Propiciando de esta manera el enriquecimiento de la empresa y el empobrecimiento del obrero. Esa situación de plusvalía genera un sentimiento en el obrero, donde se siente infravalorado, percibiéndose a sí mismo como una pieza reemplazable dentro de todo el engranaje del sistema. Las circunstancias que provocan ese sentimiento privan al individuo del tiempo y recursos para realizar sus propias aspiraciones personales y sueños que le podrían brindar las oportunidades para superarse y trabajar para mejor su condición de vida. A este sentimiento Marx lo llamó «Alienación».
La alienación trae consigo otro sentimiento donde el individuo no se siente parte de lo que hace, no se identifica, no desarrolla sentido de propiedad, actúa de manera mecanizada como privado del libre albedrío haciendo algo solo por pura necesidad. En esa situación el individuo solo actúa, a pesar de no encontrar ningún significado en su oficio puesto que este lo absorbe y lo consume en todos los sentidos. A esta sensación se le conoce como «Enajenación».
Aunque el contexto en el que Marx aplicó estos conceptos era totalmente diferente al que vivimos ahora, déjeme y les menciono algunas situaciones en Colombia y me dirá si algún colombiano del común ha podido escapar de los sentimientos que devienen de la plusvalía: de los 33 departamentos de Colombia la mayoría de los que están al Este y Sur del país son los que menos producción tienen en su producto interno bruto, incluyendo algunos del hemisferio norte como el Cesar y la Guajira, algo que resulta irónico ya que estos departamentos son los más ricos en recursos minerales y agrícolas. Ahora, estos datos nos llevan a interpretar con certeza que esos departamentos son los que tienen el índice de desempleo más alto, también son los lugares donde más se observa la informalidad laboral, la explotación, pobreza y también han sido los que mayor flagelo han tenido por el conflicto armado y el desplazamiento. Ahora, los departamentos del Oeste y centro del país, en su mayoría, son lo que más producción tienen en su PIB, y lo que es realmente irónico es que el costo de una vida digna y acomodada en estas ciudades está cinco veces por encima de lo que gana un obrero… Parece que la gran mayoría de colombianos estamos atrapados en ese triángulo amoroso tóxico porque la necesidad tiene “cara de perro”.
Y digo que es un triángulo amoroso porque, uno ama este país con un amor que socaba, pero es inevitable no sentir despecho cuando intentas salir adelante y esa dedicación no te es correspondida, y no lo será porque el sistema solo favorece a unos cuantos, a la misma clase de siempre que ha tenido en su poder todas las oportunidades. Por eso pienso que la plusvalía, la alienación y enajenación han obligado al colombiano a casarse con un suelo mínimo, y esto ha revelado que la meritocracia es una mentira en este país, razón por la cual, hay más colombianos yéndose del país y otros están soñando con irse porque el despecho los obliga a cambiar de contexto. Y si esto fuera una relación amorosa, estoy seguro que un psicólogo aconsejaría lo mismo.
No solamente en Colombia sucede esto , también en otros países de latinoamerica, los empleadores dan charlas de ponerse la camiseta por dicha empresa o de ponerle amor al trabajo, pero ningún jefe se pone en los zapatos de un empleado que realiza trabajos fuera del sueldo estipulado por dicha empresa. Y si es un triangulo amoroso porque a pesar de saber que estamos inconformes por esta situación, igualmente tenemos que seguir trabajando porque no hay para más.