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sábado, mayo 18, 2024

La semana santa

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Por: Jesús David Díaz

Tiempo atrás, durante la etapa de mi niñez, recuerdo que los mayores, expresaban durante la Semana Santa lo siguiente: “En Semana Santa hay que estar quieto o quedarse quieto porque el diablo, está suelto” hoy en día he podido comprobar que esto es cierto, sin embargo, no tiene que ser tiempo de Semana Mayor para verificar la libertad demoniaca. Ya en la edad adulta, se comprueba el rodeo del enemigo hacia las personas, sobre todo en aquellas cuya tendencia se basan en la vida Cristiana y el querer cumplir la ley de Dios.

Recuerdo en una ocasión haber escuchado al sacerdote Yesid Álvarez en la Parroquia San Francisco De Asís en Aguachica- Cesar decir la siguiente frase impactante y de vestigio en mi ser, desde el momento en que la mencionó “Sáquense de la mente que satanás, ni tiene cola, ni tiene cacho” en mi realidad, he podido comprobar lo verídico de esta expresión, debido a que a medida que se va creciendo en el conocimiento Cristiano y Espiritual, va apareciendo en la realidad personas, hechos y circunstancias que buscan y tienden a desviar el propósito personal ante los asuntos de Dios (La Santa Misa, Lectura Bíblica, Ayuno, Evangelización, El Santo Rosario, etc.) Sin embargo, no se debe ignorar o desconocer lo dicho por la Sagrada Escritura (La Biblia) en relación con esto “Hijo si te decides a servir a Señor, prepárate para la prueba” (Eclesiástico 2-1).

La Semana Mayor, es el tiempo en el cual, se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, basado bajo argumento Bíblico, como el caso de la entrada triunfal a Jerusalén por parte de Jesús el Señor (Mateo 21, 1 al 11), el reconocimiento de Jesús como Rey (Mt 21, 4-5) después de esto en vista que el pueblo Judío, no aceptó el propósito de Dios en la persona de Jesús, lo terminaron crucificando (Mt 27, 1 al 66).

Para los cristianos, la Semana Santa, debe ser el momento para reforzar la fe, esto con el fin verdadero de estar preparados, como dice la Sagrada Escritura en por medio del evangelista Mateo, capítulo 24, verso  42, debido que no se sabe ni el día, ni la hora. Llama la atención, como demasiadas personas, por lo sucedido en el presente por esto del coronavirus,  planifican el uso del tapaboca, el distanciamiento comunitario o colectivo, reserva doméstica, etc.  Y esto esté bien para así cuidar o mantener el buen estado de salud tanto física, como mental; sin embargo, la incógnita siguiente creo que tiene sentido alguno, ¿qué tanto se prepara el ser humano para el llamado de Dios? Llamado del cual, tenemos de manera personal, rendir cuenta de nuestras acciones terrenales, como lo indica el Juicio Final (Mateo 25, 31 al 46) en la Biblia.

El juzgamiento ante los demás, no tiene ningún tipo de excusa, y el juicio, tarde o temprano, ha de venir o llegar (Romanos 2, 1 y 2) Ojalá el presente, sea el momento para el verdadero arrepentimiento y la aceptación de disculpas de aquellos que nos han hecho daño, perjuicio, mal, detrimento o inconveniencia alguna, y así hacer real lo que se le dice a Dios en la Oración más famosa del mundo llamada EL PADRE NUESTRO, donde se recita “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”

Ante los errores cometidos por los demás y por uno mismo, qué bueno es tener la intención de aquel ladrón que estuvo al lado de Jesús a la hora de su muerte, considerado bueno por su arrepentimiento (Lucas 23- 42) y no tomar la acción de reto ante CRISTO, como lo hizo aquel otro malhechor (Lucas 23-39).

Para ser buen cristiano, más allá de conocer la intención salvífica en su Palabra, se trata de ser pragmático en estos asuntos, es decir, vivir como Dios manda, y aceptar su Santa Voluntad. Dios nos recuerda que hacemos parte de su rebaño, y que él es el Pastor a quién debemos seguir, debido a que  él cuida de la humanidad (Ezequiel 34- 11).

Ante la presente situación del coronavirus y otras enfermedades graves, se debe tener espíritu de confianza, fe, ánimo, esperanza y fortaleza en Dios, esto se debe que “El espíritu del ser humano le sostiene en su enfermedad, pero el espíritu abatido quien lo sostendrá” (Proverbios 18-14) la Sabiduría proveniente de Dios Padre, permita no solo fijarnos en las enfermedades corporales, biológicas atacantes, sino también en aquellas que hacen de la humanidad la abundancia de sentimientos odiosos, iracundos, malpensados, y muchas otras innecesarias abstractas generadoras de inconveniencias.

Mientras no se tengan buenas intenciones hacia los otros y se siga en la tendencia de querer hacer daño “no habrá tiniebla ni sombra mortal, los que obran la maldad” (Job 34-22).

Las pruebas, las cuales provienen de Dios, las tentaciones que provienen del enemigo, y las bendiciones provenientes del Altísimo, hacen parte del camino Cristiano, y de esto debemos aprender, con el fin de tratar de mejorar cada vez que se dé la oportunidad de latir el corazón, para así tratar de purificar nuestro ser, porque los limpios de corazón, tendrán la dicha de ver a Dios (Mateo 5-8).

“Un corazón tranquilo es la vida del cuerpo, la envidia es la carié de los huesos”

(Proverbios 14-30)

 

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