Por siempre hemos asumido y ello con criterio de veracidad, que el futbol es una producción de variable deporte recreativa, direccionado al rendimiento organizacional con enfoque etario, contextual, mediático cuyo ámbito de desarrollo y recepción son los diferentes niveles socioculturales y competitivos, que exige además, una permanente y exigente preparación, fundamentación, estabilidad psicológica y buen estado fisiológico integral, para dar cumplimiento determinante a las exigencias de altos resultados en la cancha para el sostén de una producción material.
No obstante, el futbol se ha convertido en un modo de producción de fortalecimiento al capital de quienes lo practican, lo patrocinan, lo dirigen, lo gerencian y lo comercializan, en fin, es un asidero de empresas de manejo de divisas, cuya máquina es la producción recreativa, deportiva, audiovisual, relacional con asiento en el dinero.
Muestra del fortalecimiento económico que genera, se vivencia en los significativos costos de ingreso a las escuelas y clubes deportivos privados de alto reconocimiento, por igual, en la producción y presuntos cantados casos de evasión de impuestos, también en los calificativos de estabilidad económica de los seleccionados, esto nos lleva a auto indagarnos sobre si a posteriori habrá un límite para las formas de negocios de las directivas y los poderosos mercados de pases, respecto a la libertad de endosarle un coste a determinado jugador y a la postre definirlo más por su precio que por ser un excelente y verdadero profesional.
De hechos recientes. Es difícil que la humanidad olvide que el final del año 2019 se nubló por ser el inicio de la pandemia, y que el 2020 fue el año del apagón de las actividades productivas y de la economía mundial con sus afectaciones diversas, que por igual, nos como eclipsó durante los doce meses del apagón deportivo. La actividad en el futbol rentado y televisado fue despertando sobre muchas pérdidas humanas y económicas con un encendido lento a base de protocolos, burbujas y escenarios de público ausente.
Ya en entrada definitiva de la actividad mundial, la producción como agenda se presenta con saturado calendario, no solamente han acortado los descansos entre partidos de cinco ideales a tres días ordinarios en algunos torneos, mientras que un “estudio del Sindicato Internacional de Futbolista (FIFPro) junto a KPMG Football Benchmark informa que hubo futbolistas profesionales que en las últimas tres temporadas <<jugadores de élite>>” viajaron en avión al menos 200.000 kilómetros, cumpliendo torneos de liga, copas nacionales, continentales, mundial de clubes, y eliminatorias con sus selecciones y amistosos comerciales; de lo cual se deduce que el futbol es un bastión de movilidad cuya producción de recurso por transporte aéreo es altamente estimada.
Una incidencia de casos, muestra en paralelo la exigencia para que los resultados en las justas acariciaren los podios de dólares y euros, mientras el marketing para la estimulación de las entradas a las canchas aumenta los ingresos en taquillas y el “rating” en los espacios audiovisuales; posiblemente por la reducción de los días descanso y el aumento de porcentajes de minutos en dos juego por semana, se incrementa el riesgo por lesiones y de baja en el nivel de rendimiento en el profesional del futbol. Ahora, el permanente círculo de comercialización impregna en el futbolista y tenedores el ideario de una estrella fugaz con relación al tiempo en su actividad profesional, acortando su permanencia y disponibilidad en optimo nivel, cuantos jugadores se han desplomado en pleno ejercicio durante la Eurocopa y otros torneos, por tanto, se podría precisar que los empresarios y dirigencias aparentemente obligados por factores no esenciales exponen a sus costosos jugadores a ejercer consuetudinariamente en eventos, generando un posible deterioro y un alto riesgo psicofísico. Pasó en la pasada Conmebol, y también ha sucedido en otros torneos, se realizan juegos en medio de protestas sociales, de crisis sanitarias y políticas.
En tiempos altos de Covid-19 y seguido de la Copa América se activaron las eliminatorias, la Premier Inglesa se reservó a ceder jugadores debido a la situación epidemiológica de la región, hubo jugadores que ignoraron las ordenes y retornaron a sus espacios regionales, y así sucesivamente se han introducido cambios que incentivan la producción económica a costa del esfuerzo y la integridad de los jugadores profesionales, el acelere productivo invita a los clubes y la mayoría de las confederaciones continentales a analizar la propuesta FIFA de realizar mundiales cada dos años.
Ese tipo de producción acelerada en el tiempo y en el espacio, hace ver que no se está pensando en la salud del futbolista, en su permanencia con su grupo familiar, en su recuperación, sino en su producción industrializada. Es cierto que vivimos en un tiempo en que todo va más rápido, los avances tecnológicos, los cambios geopolíticos, incluso el balón de futbol lo es con relación a sus antecesores, el emergente interrogante nos redime a preguntarnos entonces, ¿será que la ambición capitalista tiene un sitial más importante que las necesidades esenciales del ser humano?