Por: Kevin Pineda
Para cualquier persona del común resultaría completamente absurdo e ilógico visualizar a un presidente sentado junto a un contratista a la vez que elaboran un macabro plan con el objetivo de eliminar violentamente a la oposición política, pero, lo que no saben, es que fue totalmente una realidad en la oscura historia política de Colombia, la más democrática.
La cruel exterminación de la Unión Patriótica (UP) en Colombia es una de las tragedias más atroces que ha vivido el país en su historia reciente. La UP surgió en un contexto de violencia política y social en el que buscaba convertirse en una alternativa política democrática para el país, pero desafortunadamente, su existencia fue breve debido a la estrategia sistemática de exterminio que enfrentó.
A lo largo de las décadas de los 80 y 90, miles de miembros de la UP fueron asesinados por grupos paramilitares, militares y agentes del Estado, lo que se tradujo en una pérdida de vidas humanas y en un enorme daño para la democracia colombiana. Pero, creo que lo más preocupante del cuento es que sea el mismo Ministro de Defensa de la época, el general Rafael Samudio Molina, el que se opusiera a la estrategia del Gobierno, no porque quisiera garantizar seguridad a los simpatizantes, sino a que una “fuerza extranjera” ejecutará el plan de exterminio, porque según, las Fuerzas Militares de Colombia (FF. MM.) fácilmente lo podían hacer.
<>, señala el libro “Derecho Internacional Humanitario”, aunque este hecho ni conflicto armado fue, la UP fue tachada de “brazo político de las FARC” o “aliados de la guerrilla”, señalamientos que afectaron y propiciaron más la victimización. Además, la desinformación y generalización indebida en forma amarilla (y no roja, como nuestro liberal favorito) propició una serie de estigmatizaciones. Como apunta el libro «Igualdad, Dignidad y Tolerancia«, <>, pero el uso de las masas a través de pésimos boletines de El Colombiano y El Tiempo, estigmatizando aún más la situación política de la UP, evidencia una vez más la necesidad de promover hoy una estrategia que combata el amarillismo de odio, de esos que viven desinformando de forma distorsionada para ganar y ganar audiencias.
¿No les parece muy cobarde realizar semejante acto como si fuera muy normal asesinar a una oposición? ¿Qué es esto, “Juego de Tronos”?
En lugar de preservar la dignidad humana y los derechos de todos los ciudadanos, lo que hicieron fue desatar un inimaginable genocidio de líderes, políticos y militantes del partido Unión Patriótica (UP), que no ha cesado por más de 20 años desde 1984, y que deja huella hasta nuestra actualidad. Es innegable que aún se siguen planificando atentados contra quienes se oponen, y por el que ahora, el Estado colombiano deberá responder ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Como sociedad, deberíamos trabajar juntos para garantizar que hechos como los sucedidos en la exterminación de la UP nunca vuelvan a suceder en un país tan democrático como nos hacemos llamar. ¿Piensan que vamos a dejar pasar otra? Tardamos mucho en florecer.